jueves, 12 de septiembre de 2019

Isla de Tabarca

La isla de Tabarca se recorre en un paseo: menos de dos kilómetros de larga por casi medio de ancha. La única isla habitada de la Comunidad Valenciana es como una manta de tierra que flota en el mar. Estuvo deshabitada, excepto ocasionalmente por piratas berberiscos que en ocasiones la tomaban como base en el siglo XV.
Hasta que en 1769, el monarca Borbón Carlos III repobló la isla con ciudadanos genoveses que él mismo rescató de su cautiverio en manos de los árabes de la isla tunecina de Tabarka, de donde le viene el nombre.
En el castillo hay tres monumentos de nota: la puerta de San Miguel, con hornacina a la Virgen, la iglesia de San Pedro, en cuyos sótanos se asegura que hay un tesoro oculto, y la Casa del Gobernador, hoy convertida en hotel (en el cual me hospedé y recomiendo). El núcleo urbano tiene, además otras dos puertas que quedan de las antiguas murallas, la de San Rafael y la de San Gabriel.
Un monumento a destacar lo constituye la propia muralla, con bóvedas de cantería, escudos de armas reales e inscripciones varias. En una zona alejada del núcleo urbano se levantó la Torre de San José que, con casi 30 metros de altura y forma de pirámide truncada se erigió como atalaya para funciones de vigilancia de la isla.
También de vigía sobre el horizonte sobresale el Faro de Nueva Tabarca que, por su situación, es considerado como uno de los elementos tipo de la ingeniería romántica del siglo XIX. Las antiguas fortificaciones de la isla están protegidas como Conjunto Histórico-Artístico. Mientras, la Cueva del Llop Marí es una gruta de unos 100 metros de longitud, con estalactitas, donde penetra el agua de mar, situada al sur del pueblo.
Tabarca está formada por materiales de origen volcánico. Como maravilla natural que es, la isla cuenta con una amplia variedad de fauna y flora marina, declarada como Zona de Especial Protección para las aves por la Unión Europea. Una visita recomendada pasa por acercarse hasta el Museo Nueva Tabarca, en lo que fue almacén de La Almadraba.
Ya sabéis: a apenas 11 millas marítimas de la costa de Alicante aparece este pequeño gran islote, antaño refugio de piratas. Se llega a Tabarca en barco tanto de la capital como de la vecina localidad de Santa Pola.
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